La teoría central de
Un cuarto propio (
A Room of One's Own) de
Virginia Woolf es que, hasta la llegada de
Jane Austen, las condiciones físicas, morales, sociales de la mujer impedían impedían el desarrollo de su labor creativa sin verse constantemente interrumpida por sus obligaciones familiares. Es lo que
Woolf caracteriza como la imposible hermana de
Shakespeare: "una mujer nacida con un gran talento en el siglo XVI se hubiera enloquecido, se hubiera tirado un balazo, o hubiera acabado sus días en una choza solitaria, fuera de la aldea, medio bruja, medio hechicera, burlada y temida". Pero ¿fue así en todos partes? Pienso en los ejemplos hispanos:
Teresa de Jesús,
María de Zayas,
Sor Juana Inés de la Cruz. La primera, bajo el manto protector de su labor religiosa, se salva de las condiciones ingratas adjuntas a su condición femenina. La segunda, por su origen social elevado, goza de una independencia privilegiada. Pero el caso de la tercera es realmente dramático, a pesar de tener un ingenio como mínimo al nivel de su maestro
Luis de Góngora. A pesar de que muchas mujeres fueron el centro de tertulias literarias en nuestro siglo de oro, algo hay también de la imposible hermana de
Cervantes.