El sábado, leyendo el
ABC, me encuentro que en su distinguida
Tercera, el César de nuestro Instituto Cervantes dedica un artículo a
Ernesto Sabato por su, literalmente, “noventa y tres cumpleaños”. Se me pusieron los pelos como escarpias y tuve que dejar de leer. Lo siento, uno ya está muy mayor para dejar pasar estas cosas. Sólo hay dos posibilidades, una inverosímil y otra descorazonadora. La primera es que el señor Molina no conoce la forma correcta “nonagésimo tercer cumpleaños”, pero, como ya digo, esto es impensable dada su carrera como escritor y profesor. Entonces, nos queda la segunda, y es que este buen caballero piensa que los lectores de ABC en particular y los de periódicos en general no tenemos ni idea de cómo funciona el sistema de numeración en nuestra propia lengua. En ese caso, muchas gracias por traernos la luz.
Aprovecho que he traido (otra vez) a colación el nombre de
Sabato para dejar un par de citas de su
Abaddón que tienen que ver con la polémica del autor comprometido. La primera dice que c
on ese criterio, Beethoven era una mala persona porque en plena época de la Revolución Francesa hacía sonatas en lugar de marchas militares. Y bastante más adelante insiste en la misma idea:
las novelas de Kafka no describen huelgas de ferroviarios en Praga, y sin embargo quedarán como uno de los testimonios más profundos del hombre contemporáneo. Resulta que habría que quemar toda su obra, como la de Lautremont o la de Malcom Lowry.