Dentro del triángulo isósceles que es la Santa Madre Troika de la literatura rusa (
Dostoievski,
Tolstoi,
Chejov) el lado más débil ha sido siempre el último. En uno de los bordes más grandes está el psicologismo abrupto y cortante de
Dostoievski con el que a menudo se tiene la impresión de que resbalar gracias la piel de esos personajes que parecen anguilas inasibles. En la otra cara se encuentra el mayestático y omnívoro
Tolstoi, el
papa oscuro de Yasnaia Poliana, el patriarca simbólico de la novela contemporánea sentado en su trono perfecto, lanza sus rayos como un Júpiter tonante de larga barba blanca. De
Anton P. Chejov, el ángulo menos conocido, se ha dicho que es el mayor cuentista (sin segundas intenciones) de la literatura contemporánea y el gran renovador del lenguaje teatral moderno, sobre todo en su concepción stanislaskiana como método de aprendizaje actoral. ¿No es también el más moderno por menos definitivo, el que nos queda más cercano?