Jorge Luis Borges dijo que no sabía de una labor más asombrosa que la de
Henry James. Aunque uno se imagina que lo que más sorprendió al primero debieron de ser los cuentos del segundo o, como mucho, sus novelitas breves al estilo de
Otra vuelta de tuerca (
The Turn of a Screw) no tenemos más remedio que darle la razón al de Buenos Aires y quitarnos el sombrero (de copa si es posible) ante la obra de
Henry James. Para mí
El retrato de una dama (
The Portrait of a Lady) sigue siendo la puerta de entrada principal al edificio novelístico de este norteamericano
sui generis disfrazado de señor europeo finisecular y un punto decadente. Por cierto, si el tema principal de muchos de sus libros fue el de la mirada asombrada del ciudadano estadounidense sobre la realidad europea ¿cuándo aparecerá el autor que recorra este camino en sentido inverso? ¿quién será el James que fije en su retina la gran extensión norteamericana con ojos de candidez europea?