En el artículo anterior había un error de enlace (repetí dos veces el mismo) pero por suerte Palimp me lo indicó. Caso resuelto y miles de gracias. De ese texto extraído de
El Mundo de ayer me gustaría resaltar las declaraciones de un profesional del gremio.
Desde su librería, Alejandría (sita en Sevilla), Quesada
apostilla: “Los libreros de viejo nos estamos convirtiendo en el
fondo de las librerías de nuevo. Antes, si un libro no estaba en
el catálogo de novedades, el librero -entonces un conocedor de
la literatura y de su oficio y no un mero vendedor- buscaba en
el almacén de la librería en cuestión”. Y el caso es que lo
encontraba. Pero hoy la cosa es bien distinta: estamos en un
país en el que se edita la barbaridad de 78.000 títulos anuales,
y es un riesgo para las editoriales imprimir grandes tiradas.
“Incluso las pequeñas editoriales que cuentan con el respaldo de
grupos potentes se ven obligadas a editar por pedidos. Sacan,
por ejemplo, una tirada de 500 ejemplares y no vuelven a
reeditar hasta que tienen un número de pedidos considerable”,
añade Quesada, quien preside La Feria del Libro Antiguo y de
Ocasión de Sevilla.
Pues así están las cosas.