En uno de los ensayos sobre cine de
Contra la interpretación (
Against Interpretation)
Susan Sontag habla sobre el clarísimo paralelismo entre la historia del cine y la de la literatura. Efectivamente, ya no se trata sólo de la forma en la que el cine trata a los libros (o viceversa), porque la literatura es más que una fuente de inspiración para guionista, es la hermana mayor del cine. Hay afinidades más que luminosas, radiantes diría yo. Para mí
Orson Welles es el canon, un
Miguel de Shakeperantes (con permiso de
Harold Bloom). La
Nouvelle Vague se comporta como las vanguardias princiseculares que hicieron estallar la literatura europea en esquirlas que van desde el surrealismo hasta el modernismo. Y así sucesivamente. Creo que para una persona acostumbrada a leer, ver cine debe ser una actividad hermana, o al menos hermanastra.