Repaso las
Presencias reales (
Real Presences) de
George Steiner para llegar a la conclusión de que el mundo (el de todos, pero sobre todo, el de la metaliteratura) es de nosotros, los mediocres. La repetición de ecos, el continuo rumiar de las mismas pocas ideas, el abuso y disfrute de argumentos fotocopiados. Este santo varón de la crítica actual, último representante de una estirpe agotada de humanistas y eruditos, arremete contra todos los estamentos de la industria paraliteraria (tanto la periodística como la universitaria), para al final llegar a la conclusión (anunciada ya desde la primera página, por otro lado) de que la presencia de Dios es inherente al acto estético, a la recreación artística de la vida. Y entre todas las artes hay una que mejor recoge ese pálpito místico precientífico, pues, como dice el maestro,
sin las verdades de la música ¿cuál sería nuestro déficit de espíritu al día?