En el principio fue
Esperanza Aguirre, la gran admiradora de Sara Mago (o quiso decir Mango). Luego vino la inefable
Carmencita Calvo, tan pizpireta ella, tan locuaz como locuela. Y ahora, grábense este nombre en la memoria porque hará época, nos llega
Rosa Torres, perspicaz consejera de cultura de la Junta de Andalucía. Atención a dos de sus ideas mágicas.
La primera es que no va a dar datos sobre los índices de lectura en Andalucía para evitar, según sus propio mantra,“una foto fija”. Lo único que se me ocurre es que el dato debe ser tan espeluznante que ha de causar, si no alarma social, al menos un evidente sonrojo en los responsables de la administración cultural (disculpen el oxímoron). O sea, que estos señores están haciendo tan mal su trabajo que prefieren ocultarnos los resultados. Vale.
Segunda iluminación. Ya que el público en edad de leer parece no inclinarse mucho a esta afición, van a promocionar la lectura entre quienes sencillamente no pueden hacerlo. Se explica (es un decir). La consejería de cultura va a regalarle a los recién nacidos un “kit de lectura” y va a crear lo que han dado en llamar (supongo que bajo los efectos de algún derivado del LSD) “bebetecas”. Me imagino la caja con el logo de la Junta y un cable de USB para enchufar el cerebro del recién nacido al servidor de la consejería y que la única neurona de la responsable pase al bebeteco recién kiteado. Niños andaluces, bienvenidos al hilarante futuro de nuestra consejera.