Igual que no hay el periódico perfecto, no existe el suplemento cultural que llegue al grado de magistral. Pero sí es verdad que algo se está moviendo en el mundo de estos últimos. Lo primero que se plantea uno a la hora de encarar la lectura de estos
folletones (permítaseme el francogermanismo) es qué lugar ocupan en el quiosco cultural hispano. ¿Para qué sirve un suplemento cultural? ¿no es más que un perifollo costosísimo para dar una pátina intelectual al periódico que lo amamanta? ¿hay un público específico para estas publicaciones o se dirigen a cualquier lector habitual de diarios? Yo desde luego no tengo respuestas claras para estas preguntas. Lo que está claro es que los suplementos culturales están en directa concurrencia con las revistas culturales. Ah, pero ¿haylas? Pues, sí, las hay y muy buenas, pero no vayas a preguntarle a
ARCE (Asociación de Revistas Culturales de España) porque te puedes llevar un chasco.
El estado en el que se encuentran actualmente estas publicaciones parece el habitual en momentos de cambio. Da la impresión de que hay ciertos movimientos que quizás los lectores no podemos ver a ojos vista. A mí personalmente me sorprende que una idea como
Babelia que empezó con tan buenos padrinos se ha ido desarmando por el camino. ¿Por qué un diario tan prestigioso y con tan excelentes colaboradores no es capaz de armar un suplemento a la altura de la casa madre? Los enemigos dicen que
Babelia se ha convertido en un simple escaparate del imperio Polanco. Desde luego el propietario de una empresa tiene todo el derecho a montar su propio belén, pero que luego no se queje si el público le abandona cual impío desodorante. Si exceptuamos los comentarios de
Rafael Conte o
José María Guelbenzu, todo lo demás es paja. No quiero ni mencionar el caso de
Ignacio Echevarría porque ya ha corrido demasiada tinta sobre él.
Posted by Hello