Como cada año por estas fechas, el equinoccio nos trae un revuelo de coleccionables que van desde el muestrario de teteras chinas en miniatura a las barajas del tarot. Pero lo que me sorprende es que la guerra civil española tenga todavía atractivo para el coleccionista otoñal y compulsivo. No se parece en nada la proliferación actual de títulos sobre la contienda a aquella que hubo tras la muerte de Franco. Entonces se publicaron todo tipo de memorias, crónicas, diarios, recreaciones y mamotretos varios que ayudaron a sacar del armario patrio muchos cadáveres. Lo de ahora es otra cosa: parece como si hubiera cierto revisionismo, una idea de que todas las partes fueron igual de culpables de lo que pasó. En cualquier país europeo, un revisionista como Pío Moa estaría rozando la ilegalidad con sus panfletos biliosos y malencarados. Aquí lo sacamos en pasta dura a pasear por los escaparates y vitrinas de las librerías. Sin embargo, como existe la justicia divina, en mi quiosco habitual, el vendedor, con gran sentido del orden superior, ha colocado a don Pío junto al DVD primorosamente intitulado Asiáticas Calientes y la revista postkantiana Todo Ruedas 4X4. Los neofalangistas calientan motores.