Yo creía que no, que el antiamericanismo era un hijo de otra época, una obsesión trasnochada y muy caducada, de un período tan radicalizado como poco sutil, el de los años setenta en el que todos éramos partidarios del
Yankees go home! y otras consignas infantiles del corro de la patata. Pero, de eso nada. Tan sólo, échenle un vistazo al último
Monde Diplomatique y busquen entre sus páginas alguna crítica a la dictadura del Barbudo Tozudo o al régimen paramilitar del Chávez más populista. Ni rastro. Ahora, eso sí, para malos malos, los americanos. Y no sólo se habla de aspectos militares o económicos. Por lo visto hasta el culo de Jennifer Lopez o los hábitos alimenticios de Britney Spears afectan al melindroso sr. Ramonet y su corte de manuschaos altermundistas y maniqueos. A veces pienso que estaría bien que resucitara el Che y les montara un
gulag caribeño a alguno de estos salvadores de la humanidad. Eso sí, sin rencor, eh, sin rencor.
Conclusión: Yo prefiero los Estados Unidos de Yoknapatawpha.