Dice Rafael Argullol en su Manifiesto contra la servidumbre que hemos denunciado las raíces utópicas de las ideologías totalitarias, pero hemos olvidado, por cobardía o directa aprensión, señalar al monstruo gris, aséptico y ordenado que vive entre nosotros. Esta sentencia, que sirve tanto para Adolf Eichmann como para el último hijo de Aitor que le saca brillo a la 9 mm Parabellum en su madriguera, nos plantea a los demás un acertijo ¿somos nada más que timoratos o miramos hacia otro lado por simpleza mental? La respuesta que cada uno dé a esta pregunta nos pondrá a un lado o al otro de la línea roja. Hasta ahora, muchos habíamos hecho nuestro el verso de Ricardo Reis, a la patria, mi amor, prefiero rosas. Pero ya no es tiempo de rosas, es tiempo de saber dónde queremos que pisen nuestros zapatos. Y los de nuestros hijos.