Lógico, y se veía venir. Después de las campañas psicóticas de la SGAE y sus secuaces, ahora le llega el turno a las bibliotecas. Resulta curioso que sean las asociaciones de escritores las que promueven medidas para recaudar nuevos peajes de sus libros. Me pregunto qué sería de la gran mayoría de los profesionales de la escritura sin las subvenciones públicas.En cualquier caso, es absolutamente estúpida la pretensión de cobrar al usuario de las escuchimizadas bibliotecas públicas españolas por el uso de sus fondos. En primer lugar porque ya hemos pagado (todos) por esos derechos al adquirir el libro (con fondos públicos, no lo olvidemos). Y segundo porque somos el país europeo con los hábitos de lectura menos envidiables, por calificarlos de algún modo, para que encima vengan con restricciones. No sería extraño que pronto viéramos en la primera página de los libros la siguiente advertencia: “Queda terminantemente prohibida la difusión o el préstamo de este ejemplar sin la autorización expresa de los propietarios de sus derechos de autor como recoge la ley tal y tal barra cual y artículo tal que recoge el nuevo código penal”. Recuérdenlo: prestar un libro será delito. Y no digo ya leerlo en público. A este paso, Farenheit 451 se nos va a quedar corto.Mi propuesta. Si hay que pagar canon por el préstamo bibliotecario, que se retiren todas las subvenciones públicas relacionadas con la escritura. Ni premios, ni becas, ni ayudas a la creación. A vivir del cuento, que para eso escriben ¿no?