Igual que tenemos nuestros autores de cabecera a ver quién no tiene un escritor que le repele especialmente o una novelista que le produce el mismo efecto que la uña sobre el encerado. Yo por lo menos no tiraré la primera piedra. En mi caso, parece que mi dis/gustos se limitan a algunos autores con los que comparto lengua. De entre los repelentes patrios, no aguanto a
Rosa Montero ni a
Javier Marías. De la primera me sorprendió ya cuando estaba estudiando en la universidad que incluso hubiera gente que le dedicaba trabajos de investigación, aunque nunca supe qué podían investigar (si acaso medirían la hondura del vacío). De
Javier Marías, juro por las obras completas de
Henry James, he intentado leer sus novelas más famosas, pero siempre me he quedado transpuesto como un bendito. Los autores latinoamericanos que peor le sientan a mi hígado son, con diferencia,
Eduardo Galeano (claro favorito al premio por lo farragoso de su prosa tremendista) y
Mario Benedetti. Los dos comparten poca vergüenza al presentarse como autores comprometidos, pero sin especificar con qué. Por favor, que alguien funde una ONG para autores insufribles para que hagan de buenos samaritanos sin darnos la tabarra a los pobrecitos lectores.