Sandra Contreras en un artículo publicado en el Ínsula de marzo nos habla del “caso” o “fenómeno” Aira. Para la autora, César Aira es casi un monstruo de barraca, un prodigio de la feria literaria tanto por la cantidad de su producción (más de cincuenta volúmenes) como por la calidad de sus páginas. Es verdad que Aira constituye un volumen aparte, uno de esos heterodoxos que de tarde en tarde nos dan las letras hispanas. Para bien y para mal. Lo que yo he leído de él me produce la sensación de estar ante un autor inasible, una anguila textual que se te escapa de entre los dedos. Claro que la culpa no es suya precisamente, sino de los lectores que nos obsesionamos por encerrar al autor en una malla de referencias. Aira es escurridizo. Genial en Varamo, oscuro en El bautismo, curiosísimo en Ema, la cautiva y finalmente decepcionante en El mago, la que parecía la mejor de sus novelas. Siempre sorprendente. Seguiré insistiendo con Una novela china y Como me hice monja, porque el fenómeno tiene muchas caras, algo así como las de Belmez. Por cierto ¿será verdad como se rumorea hace tiempo que Ínsula se va al garete? Parece mentira que un proyecto de tan alto calado y único en la filología española pueda desaparecer así porque así. Luego se ve cada subvención por ahí que pone los pelos de punta. Sic transit gloria mundi.