la letra sin sangre entra

Blog de libros y literatura escrito por Francisco Herrera

21 abril 2005

 

Noteboom y su amor a España

Al hilo del cometario rilkeano del otro día, ahí va una genial y, a la vez, tópica definición de este país: España es brutal, anárquica, egocéntrica, cruel; España está dispuesta a ponerse la soga al cuello por disparates, es caótica, sueña, es irracional. Conquistó el mundo y no supo qué hacer con él, está enganchada a su pasado medieval, árabe, judío y cristiano, y está allí con sus caprichosas ciudades acostadas en esos infinitos paisajes vacíos como un continente que está unido a Europa y no es Europa.

Esto lo escribió con mucho cariño Cees Noteboom en la introducción a El desvío a Santiago (De emweg naar Santiago) a principios de los ochenta. Yo no sé si después de la invasión de ladrillo y cemento armado de la última década podría el holandés encontrar “infinitos paisajes vacíos”, a no ser que mirara en el interior del cerebro de algunos personajes públicos criados en el suelo patrio.

Tengo que reconocer que me ha encantado la metáfora de las ciudades acostadas y me imagino que algo hay de eso cuando divisamos a lo lejos Toledo, Arcos de la Frontera, el Albaicín granadino, los pueblos ligeramente amodorrados de las Alpujarras.





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