la letra sin sangre entra

Blog de libros y literatura escrito por Francisco Herrera

29 abril 2004

 

Ni ying ni yan: Fitzgerald y Hemingway

-Qué pareja más rara- es lo primero que se nos ocurre al imaginar el encuentro en 1925 en el Dingo Bar entre el aceite y el agua de la literatura norteamericana a orillas del Sena. Hemingway se empeñó en dar una imagen ridícula de su amigo (en especial en el retrato que de él hizo en París era una fiesta, A Moveable Feast), a pesar de que éste le había echado una buena mano cuando sólo era un parvenu, un amateur con todo el camino por recorrer. En cualquier caso, es demasiado fácil criticar a Hemingway por su prepotencia y preferir a Scott-Fitzgerald por su saber estar, pero resultaría ridículo tener que elegir entre alguno de los dos. Ni ying ni yan. Es curioso que ya en 1934 un tal Alajalov publicara en Vanity Fair una caricatura del primero haciendo hincapié en su pose de aventurero de recortable, con trajes de quita y pon de “toreador”, “generación perdida” o “soldado desconocido”. Pero no sé de nadie que haya escrito un alegato más efectivo contra la guerra que Adiós a las armas (A Farewell to Arms).

28 abril 2004

 

J. M. Coetzee, distopía y tradición literaria

¿De dónde ha salido Coetzee? ¿dentro de qué categoría formal de escritor, de qué taxonomía podemos incluirlo? Coleóptero, díptero o simplemente extraño, Coetzee es un escritor de la periferia (geográfica, ética, artística, personal) que ha alcanzado de lleno el centro de la diana como quien no quiere la cosa. De uno de sus primeros textos, la sección de libros de el Guardian dijo que se leía como un monólogo femenino de Beckett (y aclara el diario que esto es un cumplido). Esperando a los bárbaros tiene algo de un Kafka que mezclara El castillo (Das Schloss) con En la colonia penitenciaria (In der Strafkolonie); en su último libro, Elizabeth Costello, la protagonista que le da título vive en su propia piel la parábola del vigilante y la puerta que el capellán de El proceso (Der Prozess)le explica a Joseph K. Lo mismo hace con la Carta de Lord Chandos (Der Brief des Lord Chandos) de Hofmannsthal convirtiendo a Elizabeth en Lady Chandos. O se mete en el papel de Dostoievski en busca de su hijo y de sí mismo en El maestro de Petersburgo. Acudiendo de nuevo al Guardian allí se dice que en sus escritos Sout Africa becomes a nightmarish out-of-time dystopia. Pero no sólo Sudáfrica, todo el continente de la tradición literaria se convierte en una antiutopía acrónica y delirante.

 

Jauja convertida en web: Iberlibro.com

Para todos aquellos que estén interesados en los libros, es visita obligada la página de Iberlibro.com.

"IberLIBRO Digital es un servicio gratuito, que no cobra comisiones por las ventas ni interviene en las transacciones comerciales. Su labor consiste en coordinar y actualizar la oferta bibliográfica del ámbito de la lengua española y portuguesa, facilitando el encuentro entre quienes ofertan los libros y quienes desean adquirirlos, los únicos protagonistas imprescindibles en esta historia de amor al libro que ha sido definida como bibliofilia".

27 abril 2004

 

El ingenioso hidalgo Don Franz Kafka

Cada siglo literario tiene su caballero andante de las letras. En el XVIII el escritor modelo es Voltaire, ingenioso, saltarín, sabelotodo. En el XIX el romanticismo exige acción, causas perdidas, mucho escenario de cartón piedra y Lord Byron se convierte en nuestro campeón. ¿Y en el siglo XX? Joyce todavía divide a la crítica entre los que lo elevaron a los altares y los que lo tildan de fenómeno de feria. ¿Proust? Fue Lawrence quien dijo que no se podía tomar en serio a un autor que describe cómo echa de menos a su madre después de haber cumplido los treinta. De la tríada celeste nos queda Kafka. Y es verdad que con él escritores y críticos se muestran unánimes: es intocable. No sé si será que confundimos al joven indeciso enfrentado con su padre y sus novias con los Samsa y los K de sus libros. En cualquier caso, en un lugar de Praga de cuyo nombre no quiero acordame no ha mucho que vivía un hidalgo...

26 abril 2004

 

Mujeres Enamoradas de D. H. Lawrence

De los escritores modernistas ingleses no fueron ni Joyce ni Eliot los que pusieron patas arriba los valores victorianos más rancios. De hecho, sólo los libros de Virginia Woolf por un lado (sobre todo, sus ensayos) y las de D. H. Lawrence por otro, provocaron grietas en el armazón bienpensante e hipócrita del Imperio Británico (God save the Queen). Realmente en ellos dos se siente el pálpito crítico de una parte de la sociedad que, aun sabiéndose rechazada por la mayoría, se ve reflejada en valores éticos mucho más firmes y democráticos. Resulta interesante hacer una lectura de Mujeres enamoradas (Women in Love, 1920) bajo la luz de las obras de otro de los grandes patriarcas literarios: Henry James. Con James comparte Lawrence el origen social y cultural de algunos de sus personajes (esa nobleza británica tan flemática como herida de muerte), pero lo que en el primero es profundidad psicológica, hasta el punto de llegar a producir vértigo en sus últimos libros, en el autor de El amante de Lady Chatterley es riqueza de diálogos y vitalidad de pensamientos ¿Se me permitirá el símil entre una pieza de mojama y un banco de arenques vivitos y coleando? Así veo yo la distancia entre el manierismo elegante de Las alas de la paloma y el puñetazo en el estómago de Mujeres enamoradas.

 

Mensaje de bienvenida y bienleída

Estimados amigos: Muchas gracias por llegar hasta La letra sin sangre entra, un blog dedicado a la lectura, los libros, la bibliomanía y la bibliofilia (en su vertiente no parafílica) sin ánimo de ofender y, mucho menos, de ser ofendido. Este blog es administrado por Francisco Herrera, su seguro servidor en francisco@lajanda.org

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