la letra sin sangre entra

Blog de libros y literatura escrito por Francisco Herrera

29 diciembre 2005

 

El genial Eugenides

Lo que sorprende en Las vírgenes suicidas (The Virgin Suicides) de Jeffrey Eugenides no es tanto la madurez en una obra primeriza, ni la sobriedad elegante de su prosa, más bien diría que es la perfección de la burbuja en la que se desarrolla la trama. Los personajes, inmersos en la realidad de su barrio, van viendo cómo se desmorona una forma de vida al mismo tiempo que la casa de las cinco vírgenes se convierte en una ruina inevitable. El tono elegíaco no se rinde realmente ante las víctimas suicidas, sino ante el narrador en primera persona del plural, ese omnipresente nosotros. Y dicen que Middlesex, su segunda novela, es al menos tan buena como la primera. Espero que también pueda sobrevivir a una adaptación tan cursilona como la de Sofia Coppola.

 

Blogazúa

Busco por la blogosfera, entre los grandes de los grandes y los chiquitos, y no encuentro casi ninguna referencia al cuaderno de bitácora que Félix de Azúa ha empezado a llevar desde ese engendro prisista que se llama elboomeran(g) –no me pregunten por qué le han quitado sin quitarle la “g”- . Es curioso que no haya producido mucho efecto la entrada en la arena bloguera de un peso pesado de la escritura reflexiva (ojo, que digo reflexiva para separarla de la inflexiva por no decir inflexible) en español. Al final va a ser verdad que todo lo que no sea hablar de gadgets y tecnomatasuegras no atrae al público blogger. Espero que a nadie se le ocurra venir con la tontería de la alta y la baja cultura, porque ya hemos tenido bastante de eso. Lo que hace Félix de Azúa es pensar en los tiempos que corren y eso siempre nos viene bien a todos, vengamos de la cultura que vengamos.

 

El gran momento de Safran Foer


En el Babelia de la semana pasada, José María Guelbenzu se quejaba de la irregularidad en la calidad de ciertos hypes de la nueva narrativa norteamericana (a los que tildaba de yuppies, etiqueta ya bastante añeja). En ese grupo estaban (y yo no puedo hacer otra cosa que asentir) Bret Easton Ellis y Douglas Coupland y, con reservas, David Foster Wallace (hay que darle la oportunidad a las 1.200 páginas de La broma infinita -Infinite Jest-). En cualquier caso ¿qué pasa con Jonathan Safran Foer? ¿es un bluf más o es la promesa entre las promesas? Mientras lo pensamos, podemos ir viendo el trailer de la versión light en pantalla de su Todo está iluminado (Everything is Illuminated). Para mí esta novela necesita al menos de una segunda lectura para decir si es un puro juego de artificio o un libro de los que marcan fecha. Las críticas de su último libro se reparten entre los defensores acérrimos del safranismo y sus enemigos más íntimos. Como siempre, mejor no decir nada hasta haberlo leido. Y aún así...

13 diciembre 2005

 

Maldito cultureta

Como soy un maldito cultureta y quiero aprovechar que ya está a la vuelta de la esquina el nuevo año, monto mi propia lista de favoritos del 2005 (ni yo mismo me lo puedo creer).

Los tres mejores libros que he leído este año han sido
El maestro y Margarita de Mijail Bulgákov
Expiación de Ian Mc Ewan
Norwegian Wood de Haruki Murakami

Los tres mejores álbumes que he oído este año han sido
Gimme Fiction de Spoon
Canciones para el tiempo y la distancia de Iván Ferreiro
Sing Along with Acid House Kings

Las tres mejores películas que he visto este año han sido
Sed de mal de Orson Welles
Dogville de Lars von Trier
Al final de la escapada de Jean-Luc Godard

Hay muchas cosas que se quedan fuera (Lori Meyers, Joseph Conrad, Paul Weller, Virginia Woolf, Jean Vigo, Brian Eno y qué se yo), pero tres eran tres las hijas de Elena.

 

Comunicando(nos) culturalmente

Muy interesante el nuevo blog que Dosdoce acaba de lanzar para tomar el pulso a la industria editorial y sus satélites. Enhorabuena a la nueva iniciativa de Comunicación Cultural y desde aquí le deseamos una larga vida.

 

Contar para conquistar

A través de En un bosque extranjero, el blog de Santos Domínguez, me entero de que Antonio Pereira está terminando un nuevo libro de cuentos. Pereira es, para mí, uno de esos autores escurridizos, que siempre se te resbalan de las manos cuando vas a cogerlos. Hace tiempo que quiero leer algo de él (apenas conozco alguno de sus brevísimos relatos) pero siempre se va quedando para más tarde. Examen de conciencia: prometo hacerlo pronto, quizás antes de que acabe el año. Doy con un encuentro digital que le organizó hace tiempo El Mundo y en él aparece la mejor declaración de principios de un escritor. ¿Por qué empezó a escribir? le pregunta el interesado. Y Pereira responde: Empecé para conquistar a las chicas de mi pueblo, y más aun a las forasteras del verano.

12 diciembre 2005

 

This Bird Has Flown

Hay autores que van desparramando sus credenciales como quien enseña el pedigree de su caniche. Los hay que no necesitan hacerlo, porque son maestros en borrar las huellas tras su paso. Pero hay un tercer grupo que no sólo no tienen problema en reconocer su dependencia de lo que les ha precedido, es que además lo hacen con la modestia del buen discípulo (y del mejor maestro). Eso es Haruki Murakami, un maestro estupendo con la sombra de un discípulo aplicado. Norwegian Wood está construida como la perfecta novela que es, con un equilibrio magistral entre trama y ambientación, con un juego de personajes que se contrabalancean entre sí como pesas de una romana exactísima. Hay pistas tramposas como las referencias continuas a El gran Gatsby o La montaña mágica. Pero sólo son eso, trampas para que caigamos con alegría. Sencillamente, chapeau!

PS.- ¿Quién habrá sido el lumbrera que habrá querido endosarnos el pseudotítulo de Tokyo Blues, punto negativo para Tusquets?

PS02.- ¿Quién será el alma cándida (¿el mismo lumbrera de antes?) que diseña las portadas en Tusquets? Es tan fea la que han elegido que he preferido colgar aquí una versión extranjera. Por cierto que pasó igual con el Pastoralia de George Saunders: la edición de DeBolsillo era para echarse a llorar. Colgué la original norteamericana.

 

Pasajeros a bordo

¿Quién no ha conocido alguna vez algún individuo de esa especie llamada Homo Estadounidensis de la variedad perdonenporserloquesoy? Los síntomas más comunes se presentan a la hora de hablar sobre su patria: sudores, prurito, ligeros mareos y tartamudeo. Este tipo de norteamericano, en cuanto pisa suelo europeo, se avergüenza de pertenecer a su país, quizá sobresaturado por el prejuicio antiyanqui más furibundo. Algo así le pasa a David Foster Wallace en sus ensayos sobre la vida común del norteamericano. Es verdad que Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer (A Suppossedly Fun Thing I’ll Never do Again) da una visión burlesca, hilarante del comportamiento del cliente en un crucero de placer, pero al mismo tiempo las entretelas del texto rezuman tristeza, crueldad y un punto de abatimiento. ¿Qué sentido tiene criticar el comportamiento semihumano de los participantes en estos programas de vacaciones? ¿qué se quiere demostrar, que todos somos tontos? Por favor, que a nadie se le ocurra infiltrarse en un autobús del Inserso. La vida ya tiene sus propios mecanismos para hundirte ella solita.

PS.- De todos modos, hay que darle a Wallace la segunda oportunidad con su desmedida Broma intinita (Infinite Jest).

11 diciembre 2005

 

Pastores peligrosos para la salud


Sigo insistiendo en la idea de que no existe (o, al menos, yo no la conozco) tradición cuentística tan bien conservada y con tan buena salud como la estadounidense. Un ejemplo que viene que ni pintado: Pastoralia de George Saunders. Personajes extravagantes (bizarros, con un anglicismo certero), historias desorbitadas y, sobre todo, maestría en la pieza corta. Hermanas locas, tías zombies, madres hiperprotectoras, gogoboys, una fauna muy pero que muy peligrosa. Vigilen su espalda mientras disfrutan de la lectura.

 

A vueltas con Houellebecq


Aprovechando que Monsieur Houellebecq acaba de sacar la traducción de su última novela, nada más y nada menos que en Alfaguara, dejando de lado su tradicional editorial hispánica, Anagrama, le doy un repaso a Plataforma (Plateforme), su libro de 2001. Yo todavía no acabo de tener claro por qué a algunos Don Michel les parece tan escandaloso, mientras otros lo consideran el no va más del cinismo posmoderno. A mí, como autor, no me parece un fuera de serie, como polemista tampoco es para tanto. ¿Será la mezcla, combinada con algo de enfant terrible? A mí, por ejemplo, me parece mucho más interesante la labor de su íntimo colega Fernando Arrabal (y no sólo el teatro pánico, también sus novelas más lisérgicas, como La virgen roja o La novia de King Kong). En cualquier caso, si tengo que quedarme con una parte de Houellebecq, no es Plataforma, desde luego. Prefiero la dolorosa relación filial de Las partículas elementales (Les particules elementaires).

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