la letra sin sangre entra

Blog de libros y literatura escrito por Francisco Herrera

27 julio 2005

 

Trampa nabokoviana

El comentario sobre escritores y lenguas madrastras tenía trampa, sin que yo lo supiera. Puse como ejemplo máximo la maestría de Vladimir Nabokov en inglés. En Habla, memoria (Speak, Memory) aclara el principal interesado que la primera lengua que aprendió a escribir fue la inglesa y que sólo cuando su padre se dio cuenta de que ni él ni su hermano podían escribir en caracteres cirílicos les puso un preceptor ruso. En cualquier caso, la habilidad lingüística de Nabokov es un fenómeno fuera de dudas.

26 julio 2005

 

SuperGrapaMan

Sin duda, uno de los mejores blogs que he leído últimamente: el oficinista o cómo se ve la vida desde el otro lado de la fotocopiadora. Chupatintas genial y naif, el oficinista es todo un personaje literario y literal.

Para muestra un botón: Mis aficiones son coleccionar grapadoras, clips y botes de typex usados. Tengo una amplia colección de post-it de diferentes formas, colores, olores y sabores. Me gustaría coleccionar máquinas de escribir, pero son muy caras; aún así, en casa tengo tres. Cuando me aburro me gusta releer mi contrato.

Lástima que no tenga (o que yo no sepa capaz de encontrar) un sistema de sindicación. El oficinista es el vecino de despacho que todos querríamos tener ¿o no?

 

En la discoteca haciendo aguas

Lecturas de fin de semana. El anticiclón continua. Dos libros para el fin de semana: Discotèque de Félix Romeo y Haciendo aguas de Magda Bandera. ¿Qué tienen en común? En principio, bien poco. Los autores no son lo que se podría llamar novelistas profesionales o full time. La novela es sólo una parte de su producción: Magda Bandera es sobre todo periodista y mantiene un blog tan activo como activista sobre desinformación (y no tanto sobre literatura). Félix Romeo podría entrar en la categoría ya tan poco manejadas de periodista cultural y ha pasado por muchos formatos (presentador de televisión, columnista, preso por insumisión). En cualquier caso, dos apuestas diferentes para lecturas de la actualidad.

Haciendo aguas es una crónica sentimental (en el buen y manido sentido de la palabra) de cierto viaje en busca de uno mismo (siento de verdad que todo parezca tan usado) a lo largo de la geografía corsa. Dos personajes en busca de un nexo, emails, faxes, artículos periodísticos y al final una novela que se lee de una tirada. Esa, me imagino, era la idea tanto de la autora como del editor, así que no vamos a pedir más.

Discotèque es, sobre todo, un torbellino de historias a cual más sórdida, que se van encadenando unas a otras con lo que parecen (repito, parecen) grapas flojas para al final cerrar el círculo sobre un ¿happy end? Cuestión de gustos. Los personajes tienen una dignidad propia, no emanada precisamente del entorno, del que intentan despegarse como chicles en la suela del zapato. Las historias, más que contadas, ametralladas, se multiplican a velocidad de vértigo. ¿Consigue Romeo su objetivo? Imagino que sí, si este era llevarnos a galope hasta el punto final.

Pues, eso. Punto y final de este post.

22 julio 2005

 

El quiosco como centro cultural

Ni la biblioteca, ni el museo, ni la sala de conciertos. El quiosco es el nuevo centro de la cultura cultural. Libros, música, arte, todo se consume y resume entre los estantes de estos nuevos templos. El País saca una estupenda colección de cómics (con pequeños tesoros escondidos como el Persepolis de Marjani Satrapi), El Batman de Alan Davis y Todd McFarlane vuelve por enésima vez pero esta vez es para quedarse. Me encuentro uno de los libros de Magda Bandera junto a las maquinillas de afeitar y la estantería de chicles de Carrefur. Gracias a las colecciones de bolsillo que tanto bien han hecho a mi escasa economía paso las tardes somnolientas de julio con las aventuras y desventuras de Saul Bellow y su Augie March. La vida no se hace más ligera, pero adelgaza en ocasiones como esta.

PS.- La versión Robert Crumb de Kafka ha resultado un fiasco pedante “made in Argentina”. No todos pueden llamarse Art Spiegelmann.

18 julio 2005

 

Otras formas de leer

Como le gustaba decir a la posmodernidad ochentera, el futuro ya está aquí (igual que siempre). El acto de leer está a la espera de su contrarrevolución, pero mientras tanto disfrutamos de lo que tenemos a mano. Aquí dejo algunos apuntes de lo que yo veo como otras formas de leer:

Primero, el mítico Alan Moore, quizá el mejor escritor de cómics actual junto a Frank Miller, se desvincula del proyecto V de Vendetta para el cine. Mejor. No le vaya a salir el tiro por la culata como con la insulsa versión fílmica de la estupenda The League of Extraordinary Gentlemen . Mientras tanto, rememoremos a los Vigilantes con este artículo con el que tropiezo en la red. Por cierto, lo de who watch the watchmen? sería un buen lema para el mundo blog.

Segundo, el Copyfight que ha invadido la blogosfera hispana este fin de semana cuenta con una entretenida y punzante fábula: El derecho a leer de Richard Stallman. Imprescindible darse una vuelta por la Biblioteca de Cultura Libre de Elastico.net.

Tercero, la novela ya llegó al podcasting (¿o era al revés?). En cualquier caso, Sergio Parra nos informa de que ya ha colgado varios capítulos de Las gafas de Platón, que el autor promociona como la primera novela podcast en español. Ideal para ir escuchando en el coche entre caravana y caravana.

Que aproveche.

13 julio 2005

 

Notas a pie de página

(Desordenados) sueltos veraniegos:

Los profesores no muestran interés por la lectura.

Aparece una nueva revista literaria: ZUT.

Amenazan de muerte a los no nacionalistas en Cataluña desde un periódico subvencionado por la Generalitat.

Ahora el metro de Londres.

Pronto aparecerá en España Sábado de Ian McEwan.

Ha nacido Mario.

Crece la incertidumbre.

Baja la tolerancia.

04 julio 2005

 

A lo hebreo

Como yo lo veo, el judaismo ha empapado la cultura literaria occidental al menos en tres ocasiones fundamentales. Primero lo hizo en la España desde la conquista de Granada hasta mediados del siglo XVII, con Fernando de Rojas, Francisco Delicado, Bartolomé de Torres Naharro, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Luis de Góngora y tanto más que intentaban ocultabar una parte de sangre israelí en su máscara de cristianos nuevos. La segunda oleada tiene lugar desde mediados del siglo XIX y hasta el ascenso nazi en el centro de Europa y produjo una serie irrepetible de hitos (Marx, Freud, Einstein, Kafka y muchos más...). Y la última hornada salió de los Estados Unidos sobre todo en la segunda mitad del siglo pasado con escritores de la talla de Saul Bellow, Philip Roth, Isaac Bashevis Singer o Bernard Malamud y que no sólo usa el inglés como idioma literario, sino también el yiddish y las lenguas europeas que trajeron en su diáspora. Y aún nos queda por ver qué dará de sí la literatura actual en hebreo: Amos Oz o David Grossman esperan su turno. ¿Para cuándo una historia de la literatura judía mundial?

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