la letra sin sangre entra

Blog de libros y literatura escrito por Francisco Herrera

26 octubre 2005

 

Más papel que es la guerra

Es de sobra conocida la batalla sorda que hay establecida entre la llamada prensa tradicional (o de pago) y la gratuita. Se podría pensar en aquel clásico adagio de la sabiduría patria que dice literalmente que éramos pocos y parió la abuela. Si ya daba la impresión de que había más cabeceras de prensa escrita que lectores de periódicos, ahora con los diarios gratuitos todo el ambiente se enrarece un poco más. No digo yo que la cosa vaya a ir a peor, pero se respira cierta tensión. Arsenio Escolar, el director de 20minutos, el periódico gratuito más leído en todo el estado y que le pisa los talones al gigante de Polanco, tiene desde hace tiempo su blog y desde él nos pone al día de los tejemanejes del sector. Últimamente si siente indignado porque el Partido Popular ha decidido no insertar su campaña contra el Estatut catalán en la prensa gratuita. Hay que reconocer que Arsenio Escolar tiene un estilo de escritura profesional, sobre todo a la hora de hacer las comparaciones. Como broche de oro de uno de sus comentarios explica que poner la campaña del PP en La Razón es como poner una tienda de cubitos de hielo en la Antártida; ponerla en El País es como ir a vender la última versión de Windows a un usuario de Linux. Pues sí, imagino que andarán sobrados de fondos los de Rajoy and Co.

25 octubre 2005

 

Yo soy castrista

Paseando por mi ciudad natal, me encuentro con un nombre de calle que me sorprende: Calle de Américo Castro. El barrio en el que se encuentra es uno de esas zonas de crecimiento rápido que a principios de los años setenta y al socaire de la prosperidad recién estrenada del país pulularon por toda la geografía hispánica. Eso quiere decir que, probablemente, el nombre de la calle se impuso ya durante los últimos años de la dictadura franquista. Al curiosear por la red, me encuentro, cómo no, con el ubicuo Pío Moa que llora cuán cocodrilo conjuntivítico, al pensar en el daño que las tesis de don Américo han hecho a la España Eterna de sus Amores.

Ya ni el debate historiográfico es lo que era. Antes, las luchas académicas, pero siempre caballerosas, entre Américo Castro y Claudio Sánchez Albornoz, finiquitadas por el tendencioso pero bien informado Eugenio Asensio, daban lustre al estudio de la historia. Ahora nos tenemos que conformar con los ladridos (y ladrillos) de las estrellas mediáticas de la derechona más ágrafa (menos mal que aún nos queda Francisco Márquez Villanueva) . Liberales fueron tanto don Américo como don Claudio, dos grandes señores exiliados por republicanos. Estos de ahora son liberalotes de pacotilla, fuegos fatuos llenos de rencor y presos de cualquiera y cada uno de los nueve círculos dantescos.

20 octubre 2005

 

Otro Eduardo (ahora Mendoza)

Aprovechando que por fin está lloviendo, digo yo, me pongo al día con algunos de los libros de Eduardo Mendoza que tenía en la sección de “no se me olvida que estáis ahí”. No puedo afirmar, si quiero hablar con exactitud, que me haya desilusionado El año del diluvio, pero digamos que su escritura está más cerca de Antonio Gala que de Manuel Vázquez Montalbán. Prefiero al Mendoza disparatado, padre de Gurb y Horacio Dos. Cada uno tiene sus gustos.

 

El americano imposible

Yo creía que no, que el antiamericanismo era un hijo de otra época, una obsesión trasnochada y muy caducada, de un período tan radicalizado como poco sutil, el de los años setenta en el que todos éramos partidarios del Yankees go home! y otras consignas infantiles del corro de la patata. Pero, de eso nada. Tan sólo, échenle un vistazo al último Monde Diplomatique y busquen entre sus páginas alguna crítica a la dictadura del Barbudo Tozudo o al régimen paramilitar del Chávez más populista. Ni rastro. Ahora, eso sí, para malos malos, los americanos. Y no sólo se habla de aspectos militares o económicos. Por lo visto hasta el culo de Jennifer Lopez o los hábitos alimenticios de Britney Spears afectan al melindroso sr. Ramonet y su corte de manuschaos altermundistas y maniqueos. A veces pienso que estaría bien que resucitara el Che y les montara un gulag caribeño a alguno de estos salvadores de la humanidad. Eso sí, sin rencor, eh, sin rencor.

Conclusión: Yo prefiero los Estados Unidos de Yoknapatawpha.

19 octubre 2005

 

No respetan ni a los muertos

Ese centro neurálgico de la moderación y el respeto político que es Libertad Digital aprovecha la muerte de Haro Tecglen para, a través de declaraciones pasadas de la gran Esperanza de los Aguirre, acusarlo, de cuerpo presente, de falangista-franquista-estalinista. Curiosamente, además de acudir a esa gran intelectual del siglo XXI, no hay ninguna cita directa de la obra de Eduardo en la que se defiende de acusaciones como esta (y aún peores). Hay que tener mala leche...

 

La tierra republicana de Eduardo sin tierra

No sé si a estas horas ya hay algún cambio en el estado de salud de Eduardo Haro Tecglen, en coma desde hace dos días después de sufrir un paro cardíaco. En su blog, su mujer, Concha, ha escrito un mensaje de agradecimiento (y de solicitud de respeto) a los lectores (y a los detractores) de Eduardo. Por el momento hay más de seiscientos comentarios al último parte.

Para mí, Haro Tecglen es el columnista que me hizo amar las columnas periodísticas y que me enseñó a sentirme orgulloso de una España que fue y, sin duda, alguna vez volverá a ser. En muchas ocasiones ha lamentado que probablemente él no vería la Tercera República. Quizá yo tampoco. Pero vendrá. Una república amable, ética, no una jauja progre y bobalicona, sino un estado hecho por y para las personas, no para las corporaciones. Eduardo, que en su momento sit tibi terra levis.

18 octubre 2005

 

Pynchonmaníacos del mundo, uníos

Es sabido que Thomas Pynchon levanta pasiones. Creo que en parte por su buen quehacer literario y en parte también por su empeño radical en no dejarse ver el pelo. En la tradición salingeriana del ocultamiento total ha conseguido llegar hasta la blogosfera hispana con Pynchon Community, un cuaderno de bitácora altamente inspirado. De entrada no falta el toque irónico: “Esta comunidad no publica fotos de Thomas Pynchon. Somos así: celosos de su intimidad”. Hasta ahora han ofrecido el mejor post sobre el nobel 2005: “Harold Pinter. Es el nuevo Nobel de Literatura. No ha sido para nuestro admirado y admirable Pynchon, pero estamos contentos. Harold Pinter también es justo y necesario. Además casi acertamos: Pinter... Pynchon. Sólo hemos fallado por tres letras”. Y además cumplen su primer aniversario. Felicidades.

17 octubre 2005

 

Lecturas de (pen)última hora

Vaivenes en mis últimas lecturas. Los nueve cuentos clásicos de J. D. Salinger, que siempre tiene la sorprendente habilidad de dejarte creer que sabes cuál será el final de la historia. Efectivamente, será el que tú habías imaginado pero con otra vuelta de tuerca que no te esperabas ni de lejos. Desilusión y aburrimiento con Cosmópolis de Don DeLillo, mucho ruido para tan pocas nueces. Lo que más me molesta son las comparaciones de la contraportada con el Ulises. Tiene guasa. Por suerte me redimo con El inocente de Ian McEwan. Lo que podía haberse quedado en una historia clásica de espías mitteleuropeos a lo John Le Carré se convierte en un estudio entomológico sobre la capacidad humana de excusarse a uno mismo hasta en los mayores crímenes. Algo parecido con Falconer de John Cheever (gracias Emecé, por empeñarse caballerosamente en sacar a la luz tantos de sus títulos). Un gusto extraño el que te deja, sobre todo si esperas encontrar el ambiente de sus cuentos más conocidos. Pero Cheever nunca defrauda.

16 octubre 2005

 

La beata cólera de Marsé

Imaginemos la siguiente escena. Fecha: día del sorteo de la Lotería de Navidad. Lugar: administración de lotería que ha repartido el Gordo. Personajes: señores destapando sidra El Gaitero con caras de arrobo y transmutación. En esto llega un señor con cara de palo y les dice: ustedes no se merecen este premio, están por debajo del nivel deseado. Pues algo parecido es lo que ha pasado con el tira y afloja de Juan Marsé y el premio Planeta. El Gordo del Imperio Lara es eso, una lotería, una estupenda campaña de márketing (muy legítima, por cierto) para vender libros. Nadie ha dicho nunca que sea un galardón a la calidad literaria. De hecho, ni siquiera La muchacha de las bragas de oro estuvo a la altura de los mejores libros de Marsé y se llevó el Planeta al agua. La pregunta es de cajón: ¿acaso don Juan no sabía en qué berenjenal se metía? Zapatero a tus zapatiestas.

14 octubre 2005

 

Los más que demasiados libros

Hay quien se pregunta por qué, si tenemos las peores cifras de lectura en toda la Unión Europea (sólo hay que echarle un vistazo al informe Pisa), ¿cómo es que producimos tantos libros? Yo sospecho que esas cifras están infladas por la ambición desmesurada de las muchas y ridículas administraciones que se empeñan en llenar el mercado de libros innecesarios a todos luces. Desde hace tiempo no hay pedanía o entidad local menor que no se precie de tener una línea editorial de recuperación de la propia memoria. Al final va a resultar que el problema de los españoles es que somos unos desmemoriados. Pues, qué bien. Parafraseando el título de Gabriel Zaid, ya hay más que demasiados libros. Que les cobren un canon a los concejales y consejeros por editar tanta página infumable.

 

A llorar toca

Hace muchos muchos años hubo en Granada un fanzine que se llamaba como el libro de Philip K. Dick. Fluyan mis lágrimas, dijo el policía. Me acuerdo de este hermoso título al ver las noticias sobre el LIBER: siguen fluyendo las lágrimas de caimán del sector de producción de libros, que contrastan con las cifras mareantes de la macroeconomía del papel importado. Las editoriales se empeñan en dar con el bucay de los huevos de oro, aunque luego les salga rana copiona. Lloran y lloran por las esquinas porque se les acaba el chollo de los libros de texto y, al mismo tiempo, se frotan las manos, como en los viejos chistes sobre capitalistas de chistera, cuando piensan que el usuario de las bibliotecas públicas podría pagar en el futuro un canon por el uso de los libros. Esa no parece precisamente la mejor política para crear nuevos lectores, pero ellos sabrán, que para eso son los más listos de la clase.

06 octubre 2005

 

La velocidad

¿A qué velocidad leemos normalmente? Seguro que no es una cuestión de vida o muerte, pero a veces anima a la gente decirle que pueden leer un libro en sólo un par de horas. Algunas personas piensan que la lectura es, además de una actividad ligeramente fastidiosa, una ocupación que exige mucho tiempo y ya sabemos que eso no es necesariamente así. De hecho, por mi experiencia personal, se puede leer más cuando estamos más justos de tiempo, porque aprovechamos mejor los resquicios libres. En cualquier caso, si quieres saber cuánto tiempo te lleva leer, puedes hacer el test de velocidad que te ofrece leerveloz.com. Ya sé, ya sé, suena un poco freak, pero...

03 octubre 2005

 

El mundo gira

Por cierto, que llevamos varios días con el Estatut y el mundo no se ha parado (aunque hemos tenido un eclipse), España no se ha desintegrado y Sergio Pitol nos provee de una nueva antología de sus mejores cuentos. El mundo quizá no esté bien hecho, como afirmaba Jorge Guillén, pero tampoco es el averno que Ans(raz)ón se empeña, tan rimbaudianamente en hacernos creer: el infierno no son los otros.

 

No tocar

Jonathan Franzen opina que, a menudo, lo que saca de nosotros la paternidad no es precisamente lo mejor de cada uno. Al menos esa es la teoría que queda ampliamente demostrada en esa desventurosa epopeya familiar que conocemos como Las correcciones (The Corrections). Con una técnica narrativa demoledora Franzen desmonta la sonrisa congelada de sus personajes, artefactos de arriesgada manipulación: no tocar bajo peligro de muerte literaria.

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