la letra sin sangre entra

Blog de libros y literatura escrito por Francisco Herrera

12 septiembre 2006

 

Hasta la próxima

Pues, eso, nos vemos por la blogosfera. Que os vaya bien y un abrazo.

29 agosto 2006

 

Fernado Pessoa en persona

La superficialidad en la erudición es el mejor modo de leer bien y ser profundo dice Bernardo Soares, ayudante de tenedor de libros, en el ya clásico Livro do Desassossego. Lo que Fernando Pessoa quiso transmitirnos aquí no está del todo claro. ¿Debemos dejar de un lado la fijación filológica y el apunte a pie de página para ser mejores lectores? ¿o sólo una ligera pátina de ilustración nos ayudará a entender mejor el texto? Lo que aquí se enfrentan son dos formas de leer tan diametralmente opuestas que casi podríamos decir que son dos actos intelectuales distintos. Si nos acercamos a un libro con todo el andamiaje de la erudición los comentaristas nos irán llevando a su terreno. Por el contrario, leer sin las anteojeras del aparato filológico-histórico nos permite descifrar el texto casi de una forma virginal. Pero también es verdad que esto último es imposible, porque siempre están nuestras lecturas anteriores, nuestros prejuicios, el mundo que nos rodea, que influyen también en el acto de la lectura. Solución salomónica: antes de leer, consulte con su médico o farmacéutico.

14 agosto 2006

 

Volutas de verano

Hace unos días David Grossman, Amos Oz y Abraham Yehoshua le pidieron al gobierno israelí que buscara una salida diplomática a la guerra en el Líbano. El sábado por la tarde murió Uri Grossman, hijo del primero, en un ataque con misiles de Hezbola.

Toda la vida levantando la bandera de la moral y ahora Günther Grass nos sale con que estuvo en las Waffen-SS. Eso sí, sin disparar ni un tiro. Como cuando Bill Clinton dijo que una vez se fumó un porro pero no se tragó el humo.

Los periódicos de agosto no sólo adelgazan físicamente, es que encima parecen escritos por tiernos infantes en su tiempo libre del Kindergarden. Por favor, prohiban la publicación de diarios de pago en agosto.

Volutas de verano.

09 agosto 2006

 

El culo de Joaquín Sabina y las témporas de Fernando León

Hay una expresión castiza que nos avisa de que no se debe confundir el culo con las témporas. Pues, eso es lo que le pasa al comprometidísimo y realsocialísimo Fernado León cuando nos catequiza (como acostumbra a hacer con su propia escritura fílmica): Sabina es un músico, pero sobre todo es un gran escritor. Uno de los mejores poetas y narradores que tenemos. Que les den el Cervantes ex aequo ya.

Por desgracia es muy común que la gente confunda a un gran autor con un escritorzuelo ingenioso. Las estrategias del primero funcionan como cargas de profundidad, silenciosas, pero que acaban haciendo saltar por los aires la conciencia del más pintado. Por el contrario, el segundo lanza sus fuegos artificiales para después dejarnos con la impresión de que no queda nada, sólo tópicos, clichés manoseados y pura labia. Que cada uno elija la opción que más le interese.

08 agosto 2006

 

Boris Vian toujours

Hay autores que tienen con uno una querencia especial. Se te pegan a las suelas de los zapatos como los chicles en verano. La comparación, que tiene su algo de desagradable, se me ocurre al tropezar con los libros de Boris Vian que se me van quedando, cada vez más ajados, entre las baldas. Vian fue el primer autor al que perseguí de forma casi detectivesca por las librerías de una ciudad que se llama a sí misma universitaria pero que más bien era zoquete y pacata. Espero, por su bien, que ya no lo sea. El caso es que gracias al francés pasé ratos estupendos obviando el frío y la monotonía de mi primer curso en la facultad. Y cada vez que me recomendaban un artículo de fonética o un estudio de concordancias medievales, yo me echaba al coleto El otoño en Pekín o La hierba roja. Curiosamente, desde entonces los pequeños volúmenes de Bruguera han ido cogiendo humedad y moho sin que nadie les eche ni siquiera una mirada. Pero Vian no se lo merece. Para algo es el mejor hijo patafísico de Alfred Jarry, el heredero que nos hizo bailar sobre las tumbas de los demás. Es curioso que en Francia lo recuerden sobre todo por una canción, Le deserteur (Monsieur le président, je vous fais une lettre...), y en España por otra, más prosaica, basada en una versión entre naïf y lisérgica de la licantropía. Una cosa es segura: hay que volver a Boris Vian, aunque no haga frío ni me zumben en el oído las diferencias diatópicas, diastráticas y diafásicas de la lengua.

04 agosto 2006

 

La casa galdosiana

La metáfora según la cual los clásicos son aquellos a los que uno puede volver como a una casa en la que vivió hace tiempo me parece la más acertada de todas las que he leido. Así me pasa siempre cuando vuelvo a Benito Pérez Galdós, que es sin duda un retorno agradable. Los que lo acusan de desmañado, de vulgar, de zafio (amparándose en la maldad valleinclanesca de apodarlo “el garbancero”) no saben lo que se pierden. Ya no es sólo la riqueza de su lengua, sino sobre todo la facilidad con la que plasma el español hablado, maestría a la que apenas se acerca su discípulo no reconocido Cela. Nada más que por esto ya merecería mejor fortuna en el canon hispánico. ¿Qué autor vivo puede presumir de esta frescura? Casi siempre, cuando uno abre una novela actual tiene la impresión de que los personajes utilizan una lengua de cartón piedra. Y los autores hasta entran en la Academia, con todos los honores.

17 julio 2006

 

Peter E. Russell y La Celestina

Con semanas de retraso me entero de que ha muerto Peter E. Russell, uno del los últimos representantes del más exquisito hispanismo inglés, esa corriente de la investigación filológica e historiográfica que tanto bien ha hecho a este país. No puedo evitar pensar en La Celestina cuando veo escrito el nombre de este hispanista, a pesar de que se enfrentó a tantos otros jalones de la literatura hispánica. Y me pasa eso porque su edición de la tragicomedia es la que más veces he utilizado y con la que me he sentido más cómodo. Con la muerte de Russell se cierra un capítulo del conocimiento histórico de nuestra cultura y se abre como en todas estas ocasiones un interrogante ¿tienen sentido para el lector medio actual los clásicos? ¿quién lee hoy La Celestina? Es curioso porque, en mi opinión, la obra de Fernando de Rojas está más viva que nunca y me parece mucho más cercana como texto literario que el noventa y nueve por ciento de las novedades que enfilan los escaparates de las librerías. No obstante, la tragicomedia tiene (mala) fama por ser, según el tópico perezoso, un texto difícil. Yo les propongo un ejercicio simple: abran La Celestina por cualquiera de sus veintiún actos y cotejen el resultado con cualquiera de las novelas que tengan en su mesita de noche. Si no siguen leyendo la obra de Rojas es porque ya estaban metidos en el Quijote o en Shakespeare. Sólo en ese caso entendería la deserción, en cualquier otro, tarjeta roja.

16 julio 2006

 

Google pone nerviosos a los editores

La noticia no sólo no es nueva, es que ni siquiera es noticia, pero más de uno dice no dormir desvelado por la muerte del editor y el fin de su prebendas. Google sigue amenazando con sacar a la red todo aquello que pueda ser leído (otra cosa es que realmente todo sea legible). ¿Por qué tienen miedo los editores? Porque han visto las barbas del vecino trasquiladas y no quieren poner las suyas a remojar. El mp3 mató la estrella del negocio musical y el divx intenta hacer lo mismo con el cine. ¿Logrará el pdf que la letra se haga corsaria? Creo que lo mejor que le puede pasar al mundo del libro es que aparezca un formato cómodo de edición electrónica con un soporte realista, como, por ejemplo, leer en Palm con un software intuitivo y una pantalla adecuada al ojo humano. A partir de aquí veríamos cómo los dos grandes problemas de la edición española, la superproducción y la volatilidad de los títulos, desparecerían. Y al final quedarían solamente los auténticos profesionales del libro, los que saben qué publicar y por qué. Hasta los de Greenpeace lo agradecerían. Menos papel y mejores libros. ¿Qué mas queremos?

05 julio 2006

 

Casanova y Chukri, dos víctimas del mercado

Hace tiempo que se habla de la reedición de las Memorias de Giacomo Casanova por parte de la editorial Renacimiento. No sé si se trata de eso, de una reedición o más bien de una nueva traducción con un tratamiento más moderno y menos pacato del que tenían las anteriores versiones en español. A primera vista puede parecer curioso que, excepto la parte que el libertino veneciano dedica a la fuga de la prisión de Los Plomos, el resto de la obra de Casanova sea inencontrable en las librerías españolas. Pero si uno se para a pensar, no es tan raro. El mundo editorial hispano es un desastre para todo lo que no sea novedades y deslumbramientos de última hora. El verdadero fondo libresco está en la segunda mano, en los restos de edición, en las librerías de viejo. Y aún así, encontrar cualquier libro con más de tres años de antigüedad se convierte rápidamente en una odisea con un happy end poco garantizado. Para muestra, además del botón de Casanova, tomen el de Mohamed Chukri, un autor de relativo éxito en nuestro país. La edición de Montesinos de El pan desnudo está totalmente agotada, pero es que la de Debate tres cuartas de lo mismo. Si incluso los libros con un buen nivel de ventas desaparecen del mercado, ¿qué será de las ediciones menos rentables? ¿directamente a la trituradora de papel o al contenedor de reciclaje? En cuanto a Casanova, gracias, Renacimiento, por el regalo que nos espera. Y que dure.

03 julio 2006

 

Tradiciones hispánicas

Considerando la novela en español como un todo, que es la única manera en la que se puede entender cabalmente, sin caer en provincianismo reductores, podríamos considerar que las tres grandes potencias literarias, México, España y Argentina se reparten los papeles principales. Las llamo potencias por sus grandes tradiciones novelísticas y por su peso en el mundo hispanohablante. De alguna manera las dos primeras, México y España formarían el núcleo duro de la ortodoxia novelística, mientras que Argentina provee a la órbita hispana de los autores menos canónicos. No es sólo una cuestión de originalidad, o no tanto, es más bien un encuentro de diferentes tradiciones. Gracias a Argentina, gozamos en español de la imbricación heterodoxa de Borges y de Cortázar. Sólo en esta tradición paralela se puede dar un caso como el de Sabato, nuestro Dostoievski rioplatense. Dos tradiciones, una novela.

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